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jueves, 20 de abril de 2017

Avance Capítulo 4. “Meses atrás”


 
La pequeña criatura de un mes de vida hacía ruiditos, mientras su cunita se movía al ritmo de una nana. La cunita había sido diseñada con un enchufe para que se moviera por sí sola mientras sonaba un recital de diez nanas completas, a las cuales, se podía ajustar el volumen.
Jodie abrió un ojo, mientras el otro permanecía pegado. 
— ¡Hora! - el despertador de la mesilla le contestó: «las ocho cero cinco». — ¡Luz! - las luces del techo se encendieron, cegándola momentáneamente. Se acercó a la cunita y vio a Georgia comiéndose la mantita que la tapaba como si fuese lo más sabroso del mundo. 

Su coche tenía forma de huevo. Posó el pulgar sobre una placa metálica en la cerradura del coche y se abrió cómo impulsado por un muelle. Se abría con su huella dactilar y reconocía su voz, que era cómo cumplía órdenes. Se cargaba a través de un cable que iba desde el interior del coche a su móvil, recogiendo la carga solar que este recibía.
Aparcaba solo, cosa que Jodie agradecía infinitamente. El parasol retráctil de su lado no tenía ninguna función extra, pero el que llevaba Georgia, el espejo de cortesía, se convertía en un monitor si ella se lo pedía.
Cierto era que no tenía un gran maletero trasero, pero llevaba equipados en los laterales del coche, un compartimento para pequeñas cargas. Compras, pequeñas bolsas de viaje, etc… lo tenía todo en un espacio no mucho más grande que la palma de su mano.

Llevaba un mes sin pasarse por su despacho. Leire había mantenido en su ausencia la oficina impecable, tanto a la vista, como los papeleos, las citas y demás cuestiones.
Jodie entró tirando del carrito de Georgia, la cual sonreía de oreja a oreja. 
    Jo, - así es cómo solían llamarla — la ojos de sapo - dijo Leire, abriéndose los ojos con los dedos índice y pulgar — te espera en tu despacho. ¿Quieres qué me quede con Georgia? 

Ojos de sapo, ó Martina Sáenz, cómo se llamaba en realidad, era la mujer de un conocido juez. Hacía tres años, Jodie había llevado el divorcio de su hijo, Dorian, que era el hombre más mujeriego del planeta, pero también el más atractivo.
Jodie sintió un escalofrío por toda la columna sólo de pensar en él.
    Buenos días, ojos de…Martina - se corrigió a tiempo.
Martina le dio un par de besos sonoros en las mejillas, sin llegar a rozarla en realidad.
  ¡Benditos los ojos! ¡Qué guapa te veo! Te sienta bien la maternidad y también el divorcio. Jodie se puso blanca como la tiza. 
    ¿Cómo llevas tantos cambios? 
    Bien. Los cambios no tienen por qué ser malos. 
    Ha debido ser un golpe duro saber que tú marido es…ya sabes, gay. 
   Al principio cuesta asimilarlo. Y ¿cómo estáis vosotros, Martina? - quiso cambiar de tema. 
  Nosotros muy bien. En realidad, vengo en nombre de toda la familia. Queremos regalarte un viaje. Saúl y yo tenemos un precioso hotel rural en Asturias, cerca de Muniellos. Tienes dos semanas de gastos pagados. Si dices que no, me lo tomaré como un insulto. Bueno y ahora te dejo, he quedado con unas  amigas para tomar el vermouth. 
    Te acompaño. - la siguió hasta la salida. — Gracias por el regalo, Martina. - gritó Jodie desde la puerta, mientras veía cómo “ojos de sapo” se alejaba. 
    Cógete vacaciones. - le dijo a Leire. — Vete con Cameron a algún sitio. Yo voy a hacer lo mismo. Voy al despacho a hacer una llamada y nos vamos.
Al entrar en el despacho, cerró la puerta y cogió el móvil que estaba sobre la mesa. Dijo en alto el nombre de Jesús y el móvil hizo su trabajo. 
    ¿Sí? - la voz adormilada de Jesús sonó en la otra línea. 
    Hola, Jesús. - tragó saliva. 
    Hola, cariño. - saludó con dulzura.
Aquel cariño fue como una patada en pleno estómago.
    Oye, hoy es nuestro día de visita. Te acuerdas, ¿verdad?  
   En realidad te llamaba para hablarte de eso. ¿Puedes quedarte con Georgia un par de semanas? 
Se quitó las lágrimas de los ojos, se peinó con los dedos, cogió su bolso y la chaqueta colgada del perchero y salió del despacho, sonriente. 
    Tienes esa cara. - dijo Leire.
    ¿Qué cara?
    La de odio a mi ex y a su novio.

Vivía en un chalet en Pozuelo de Alarcón, que les había costado al casarse doce millones y medio de euros. Con mil seiscientos treinta y un metros cuadrados.

Cuando terminó de recomponer lo mejor que pudo la maleta de Georgia, sonó el timbre de la verja.

   Jodie, somos nosotros. ¿Puedes abrir las puertas del palacio?
Jodie pulsó el botón. Se miró en el espejo de la entrada, atusándose el pelo. Pero, ¿para qué?
Oyó las puertas del coche de Jesús  cerrarse y unas pisadas por la gravilla, acercándose.

Abrió la puerta antes de que sonase el timbre. Las manos de Jesús y Julián  estaban entrelazadas.
    Hola, preciosa. - dijo Jesús, dándole un beso en la cara. 
    Hola, Jodie.

Pasaron dentro, pero Jodie no cerró la puerta.
    ¿Cierro? Se está levantando aire. 
    No, no os quedaréis mucho, supongo. 
    No, claro… ¿Dónde está Georgia?
    Preparada en su carrito. Cuando salgáis, cerrad la puerta.
Se despidió de Georgia con dos largos besos en sus rosadas mejillas. Subió sin despedirse de la parejita de novios.

Ya en su habitación y justo antes de que cerrasen la puerta, oyó hablar a Julián.
    Me odia. 
 ...
Con esto termina el post de hoy. Espero que os haya dejado un buen sabor de boca. ¿Os ha sabido a poco? Seguid a la espera de nuevos avances.
Quiero recordaros, que lo que aquí comparto con vosotros, no es todo el capítulo en sí mismo. Lo mejor se hace esperar…


Miles de besitos...  
💜 💙 💚 💛  ¡Hasta pronto, seguidores! 💛 💚 💙 💜

martes, 11 de abril de 2017

Queréis un adelanto, ¿verdad?, aquí lo tenéis!!!




Sé que muchos de vosotros está deseando que salga a luz mi siguiente novela, y en éste caso es la segunda parte de El Bebé de Oro. Pues bien…buenas noticias… aquí y en primicia, para tod@s vosotr@s os presento un avance del primer capítulo.

CAPÍTULO 1.
Jodie miró a su alrededor. Todo parecía pasar a cámara lenta. Veía a los papás con sus bebés en brazos, dormiditos sobre sus hombros y tapados por sus mantitas.
Jodie echó a correr, destapando todo bulto que había bajo tanta manta.
La gente la miraba y gritaba asustada, e incluso, algunos la insultaban, pero Jodie no se paraba a pedir disculpas. Se quedó parada con las manos en la cabeza y dando vueltas sobre sí misma.
Salió a la calle, aturdida. En la acera de enfrente, vio a una mujer acunando a una niña. ¿Sería Georgia? Debía averiguarlo.
Cruzó la carretera, sin fijarse en los coches que venían, hasta que uno se le echó encima.

Al abrir los ojos, tenía la vista borrosa, pero pudo distinguir un montón de rostros que la miraban fijamente, incluso el de la mujer que había intentado perseguir, pero a quién llevaba no era a Georgia. La gente chillaba y se tapaba la boca horrorizada.
¿Qué había pasado?. No sentía ninguna parte de su cuerpo. Intentó levantar la cabeza para mirar cuál era la causa de tanto alboroto. Al ver que se trataba de ella, quiso gritar, pero alguien se lo impidió.
Hacía tan sólo tres ó cuatro horas, se sentía la mujer más feliz del mundo, con Georgia a su lado. Ahora ya no tenía a Georgia y se encontraba tumbada en la carretera, rodeada de sangre, de su sangre.

Ahora me encuentro preparando las maletas, me voy de viaje. Un viaje en el que espero y sé que me voy a encontrar con las musas de la inspiración para continuar con lo que aquí os adelantado. Nos vemos después de Semana Santa!!!